metaldevoz por lil maría herrera c.


Premio Esther María Osses, Panamá, 2006




Rotos mis sueños, solamente traigo,

tragedia silenciosa, ¡mi sonrisa”!
Esther María Osses

Hora Amarga



¿“Qué cosa fuera la maza sin cantera”?
Silvio Rodríguez



Metal y voz:

metalurgia de sentimientos,

iridiscencia que encandila

mis sienes húmedas,

mi sudor de cada día.


Metaldevoz:

arte que sana las heridas

que el frío martilleo deja

sobre la platina de mi rostro.


En cuclillas miro hacia el confín,

escucho el desierto

que clama en mi voz.

Sacudo mi fatiga, mi amor,

mi humor de cal y canto,

de canto y voz,

de mil malabares,

de mi infinitud como hijo de hombre

con hambre de justos pagos

y medida justa de construcción.


En un lado la sociedad

de los rencores y la malicia;

en el otro las ternuras del cemento

y las nubes con que tiendo mil bases,

mil cielos.

Y me rompo el lomo

y bailo el trompo

para dicha de mis criaturas

en la noche azulosa;

para la mujer que pare mis niños

bajo una tolda

de miles de gargantas sedientas,

a la hora en que la fonda se llena.


Metal

voz

metaldevoz que grita

y desgarra la paz,

para que yo reciba un pedacito de ella

y calmo duerma.

Mis espacios

se llenan de imágenes.

La esfinge del enigma

se mece como aceite sobre el agua.

Despierto y percibo de la madrugada

los últimos retazos

que caben en mi gorra
para evitar el sol.

Visto la labor de cada día,

en una mano llevo júbilo, dicha;

en la otra un par de gotas agridulces.

Soy hombre común,

soy hombre corriente,

mi rostro tiene a veces un tono mustio,

trabajo para subsistir.


Metal

madera

voz

sonidos de la mañana que agita,

que empuja hacia el torrente

de la obra en marcha.


El esfuerzo de mis pulmones

estira mi energía.

Destierro la pesadumbre

y subo los andamios

hasta el piso más alto,

donde me aguarda la jornada.


La mía es historia

de afán, empeño,

sacrificio, sudor, lucha.

Soy músculo colectivo:

¡cuántos oficios en un mismo proyecto!

el hombre plomo-y-agua,

el hombre corrienteléctrica,

el hombre piedrarena,

el hombre arcilla,

el hombre vigamadera.


Obrero de rascacielos,

de manos callosas, rústicas,

con otra alternativa:

pluma y papel,

manos a la obra.


Una flor se abre en medio de la mezcla,

fluyen siluetas entre amarres;

surge el mar que nos cubre la vista

con su horizonte de promesas.


Escribo versos en paredes

desnudas de repello.

Contemplo el viento, mis compañeros,

con un abrazo fundo nuestras sombras.


El mediodía bosteza.

Vuelvo al último piso

a soñar con pájaros de letras

mientras cumplo con mi brega.


El reloj de las rimas cotidianas

marca la hora de salida;

parto en busca de anhelos,

mi mente es un torbellino de palabras:

Nueva.

Cambio de mentalidad, capacitación.

Cultura.

Productividad, compromiso.

Laboral.

Excelencia, fortaleza.


Pleno de ilusiones,

sembrado de utopías:

Responsabilidad social.

¡Alto a la corrupción! ¡Vota no!

Equidad laboral hombre, mujer,

solidaridad, empatía.

¡Viva el Suntracs*, viva el pueblo en las calles!

Derechos humanos.

¡Esta lucha no es de uno, esta lucha es de todos!

Erradicar el trabajo infantil,

proceso irreversible.

¡Solo el pueblo salva al pueblo!

Nueva cultura laboral.

¡Ahora o nunca!


Regreso a mi hogar

de pan, amor y agua.

Preparo la puntualidad

de mis herramientas

para el eterno día siguiente;

el prometedor diálogo tripartita,

la intensa canción dignidad.


Crepúsculo.

Dispongo mis botas,

mis jeans, mi camisa.

En mi mochila, la portaviandas,

toalla, jabón, peinilla,

lápiz, cuaderno,

mi texto de inglés.

Un beso en la frente de mi familia,

una oración a Dios

y el café me lo tomo andando.

Me miro en la luna matinal:

la faz del chofer de bus, de taxi;

el ritmo del pregonero de frutas, botellas;

vendedores ambulantes

de cien pacotillas;

nanas pasean su presencia

en los parques;

voceadores de diarios, barrenderos…


Obreros de fábricas, de tierra,

de canales, de agua, de caña de azúcar,

de torres de radio, televisión, Internet,

para salir del paso,
cualquier excusa basta,

para abrirse paso: disposición, valentía.


Mi empleador, Don Neo Liberalísimo,

castra conciencias, adormece alertas,

bombardea sueños.

Aunque no decida,

soy juez y condenado.


Lunes: de 7 a 3, cascos

perforación de suelos,

la ciudad de tantos ruidos

es sorda ante mis dudas.


Martes: pilotes, muros colados,

urbe mecanismo mina el cuerpo.


Miércoles: lotería, pinzas, martillo, cincel.


Jueves: sol, cinta métrica,

pala, aguacero,

jungla de argamasa debilita el alma.


Viernes: caliche, camiones,

grúas, segueta,
metrópoli maquinaria tritura la vida.


Sábado: lodo, mis piernas, mis brazos.

Mis riesgos son “profesionales”

la muerte, experta.


Unas cuantas frías
bañan mi fin de semana.

Me refugio en poemas,

son mis versos

arte que sana heridas.



Metaldevoz
cemento

madera

mezcla

vidrio

palabra

espejo.




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Reseñas

Los versos de Lil María Herrera son un torrente

de palabras limpias, para que nos lavemos

la expresión y la manera de sentir, de pensar, acaso.

[metaldevoz] Es un libro sincero, generoso, porque entrega

a sus lectores una ruta para que se atrevan

a encontrarse con su eje, con su péndulo,

con su renovada cotidianeidad.

Herrera se afana entre la ternura y el pudor,

entre el tema escabroso, difícil

y la transparencia, entre lo sencillo y lo sentido.

A veces repentista, a veces mesurado,

su verso nombra los frutos de una primera cosecha

que quiere repartirse equitativamente.

Héctor Miguel Collado




Metaldevoz (Premio Esther María Osses, 2006) es puramente social. Se concentra en las ansias y desvelos de los obreros de Panamá. Plantea los imprevistos y anhelos de esas hormigas humanas que construyen lujosos edificios, que una vez terminados nunca podrán visitar, como dice la canción Juan Albañil de Tite Curet Alonso. Seres que en ocasiones solo existen en los medios de comunicación social cuando se declaran en huelga y dificultan el ya de por sí caótico tráfico vehicular o cuando por culpa de falta de medidas de seguridad sufren lamentables accidentes. Pero, ¿quién piensa en, por y sobre los trabajadores tan bien retratados en el Pablo Pueblo de Rubén Blades? Herrera contribuye a ese ejercicio de exponer sus preocupaciones y esperanzas, pero evita caer en el juego engañoso de convertirlos en mártires o en superhéroes. Lo suyo no es el desvarío de la propaganda,
sino una visión desde la sinceridad”.
Daniel Domínguez Z.,
en Tres territorios, una sola voz,
Mosaico, La Prensa, Panamá, domingo 21 de enero, 2007.


* Sindicato Unico de Trabajadores de la Construcción y Similares